Sunday, January 08, 2006

Como en la Biblia ya

Como en la Biblia ya estaba escrito…


Ya estaba escrito que así iba suceder…

Nací un diez de mayo, han pasado dos décadas y un poco más, y nunca he podido tener una fiesta  de cumpleaños, es un fecha infestejable, nadie llegará a tus fiestas porque es día de la madre, o bien porque tu familia tiene que decidir entre comer y festejarte, para acabarla de amolar y para reafirmar que ya estaba escrito, nací a media quincena un diez, a quien se le ocurre, sólo a mi.

Eran las ocho de la mañana de ese sábado diez, y mi mamá estaba haciendo mole poblano, que por cierto le sale muy bien, vaya anuncio del nacimiento de una cría, mi hermana que estaba hecha una bola, apenas caminaba la chata como aún le dicen…

Bien, pues mi jefa tuvo ganas de cagar, vaya suerte la mía, desde que nací lo escatológico me iba a  acompañar, fue al baño y por poco me caga, pero cayo en la cuenta de que no era popo, que era yo… la  misma de los ojos de perro con misma suerte, lo digo porque son de dos colores y sé que nadie me creerá hasta que me conozca, son mitad miel, mitad verde.

Estaba solamente con la chata que pesaba horrores lo sé porque vi una foto de la abuela paterna cuando la fui a conocer a los 17 años a Veracruz, mi mamá no tiene fotos de nosotras, todas las quemó, sólo tiene una mía  de bebé  y nuestro registro fotográfico es a partir de los tres años.

No pensó en otra cosa que hablarle a quien sabe quien, la neta no me acuerdo y ella fue a hablarle a la partera, porque mi moderna madre, rockera y medio hippiosa no llegaba al hospital, “vivíamos” en Villa Juárez.

La señora se fue, mientras que ella sentó a la chata en la cama, tiró una cobija al suelo, porque no quería ensuciar la cama (que poca, ¿no?) con mis miserias, se abalanzó al suelo y en menos tiempo y esfuerzo que requiere aventarse un pedo, nací. Ya desde entonces era histérica y desesperada.

Para cuando llegó la partera, yo ya había llegado, ya me había parido. Solas las tres como la vida nos había marcado, siempre juntas, siempre amándonos, siempre peleando, siempre las tres. Mi mamá dice que no le dolió, y que la partera tan mística como todas las parteras le dijo. “te va a sacar muchas lágrimas”, y la profecía nuevamente se cumplió.

Nunca me habla del caballo, de mi papá, sólo sé que yo desde entonces era chillona, enojona, soñadora y terriblemente berrinchuda, el destino marcaría que nadie me soportaría por mucho tiempo sólo ellas dos. En fin desde que nací y hasta los dos meses de edad, creo que ya era Celina, lloraba y lloraba que un día mi papá –lo digo así porque no lo odio- no abandonó, tomó sus cosas y se fue, simplemente se fue, no soportó mis gritos  de escuincla chillona de dos meses. Mi mamá como mujer de su tiempo, fanática de Janis Joplin y de Lennon y de otros más que adoro gracias a ella; como Diamond, Erick Burdon and the animals, no me amantó, me pegó al biberón, así que yo no puedo decir que algún día fui mamona o que conocí el arte de mamar.
La quema de libros prohibidos
Un día de desesperación mi mamá rompió y quemó todas las fotos y nuestras cosas y se fue a vivir a México, que desde años antes era su refugio. Se puso a trabajar  mientras nos dejaba a cargo con mi abuela, desde  entonces nosotras cargaríamos con la letra escarlata de la familia, bastardas y nada más, aunque mi mamá era como hechicera porque nunca lo sentimos, tuvimos carencias pero nunca nos sentimos así, su escudo protector era más fuerte que las calumnias de mis galleros, misóginos y ricos tíos.

Mi abuela que siempre me ha adorado, y me ha dado ternura a su manera no supo como protegernos y un día uno de los tíos, no se cual, nos echo de la casa, sacó nuestros trapos y nos corrió, ese día mi mamá se fue a vivir a Acapulco con uno de sus amigo- pretendientes, dice que tenía una casa muy mona y que nos quería mucho, pero desde entonces yo ya era enfermiza y cada mes me tenían que inyectar, cuidar etc. Así que otros dos meses en Acapulco y nos tuvimos que regresar a México porque Acapulco era un clima al que no me adapté. Vaya que desde que nací le rompí la madre a la mía.

Sin tener a donde ir, se fue con mi tía Alma en México ella es para mi mamá como la chata para mí. Su mejor amiga con miles de defectos pero su mejor amiga. Pero como reza el dicho el muerto y el arrimado a los tres días apesta, mi tía le dijo –“oye porque no mandas a esas gordas con su abuela, ella que las mantenga, para que quieres cargas”.

La chata que desde aquellos tiempos vivía pegada a mi mamá, no permitía que se le separase ni un segundo, fue la clave de nuestra unión. Mi mamá tomo nuestras cosas y nos llevó al rancho de la abuela, es raro pero eso sí lo recuerdo con nitidez, que estamos pegadas a la ventana viendo como mi mamá se iba y nos dejaba, la Chata lloraba y le gritaba con todas sus fuerzas y su amor, “mamá, mamá, no te vayas” ella regresó y le dio un billete de color azul eléctrico de cien pesos. Aún así lloró, no sé lo que habrá sentido pero se fue, con el dolor de no poder con dos hijas, se fue.
Una vez que se fue, mis tíos jugueteaban con nosotras, nos treparon a una hamaca etc. Etc. Pero el recuerdo más bonito, porque la neta yo no sabía de que se trataba a diferencia de la chata que sí sabía que era nuestra despedida. Fue cuando mi enorme abuela y hasta hoy lo es, nos cargó en su regazo a cada una de un lado y nos tomaron una foto.
El rey mago en su vida

Se supone que nos abandonaría mi mamá, pero dos semanas después no soportó y regresó por nosotras, llevábamos puestos los vestidos que nos había comprado la abuela y que los usamos por mucho tiempo. Regresamos con la abuela materna y de nuevo nos corrieron pero un rey mago posfechado llegó a nosotras, era mi papá el único, el verdadero, el inigualable…
Después de tres meses de conocerlo  y de salir con mi mamá, otra vez la corrieron, pero esta vez nuestro destino había cambiado. En lugar de darnos la patada como ya era nuestra costumbre, rentó un cuartito para nosotras, nos compró fiados unos muebles, y poco tiempo después se fue a vivir con nosotras, él sabía que mi mamá no lo quería ni tantito, pero nos cobijó. Nos compró un disco de Parchis que la chata y yo siempre escuchábamos y mi mamá ponía un disco de ABBA que nos encantaba, bailábamos por  horas, yo siempre fui buena para bailar y me apasiona, es cómo lanzar tus demonios al aire.
Fueron buenos momentos a veces ella tomaba su guitarra y nos cantaba canciones, pero había dos especiales que hasta la fecha nos hacen llorar a mi hermana y a mí. “Chiquitita” de ABBA  era una de ellas y la otra no sé como se llama pero si se me una parte “ Adiós mariquita linda, ya me voy por que tú ya no me quieres, como yo te quiero a ti”. No sé que sucedía pero la chata lloraba más que yo y le suplicaba que no se fuera, tal vez recordaba nuestro efímero abandono.
Un papá de regalo
Y así entre muchas cosas que recuerdo y otras que reconstruyo a través de la historia oral de la familia llegué a la delicada edad de los cuatro años, con un padre chido, que me llegó como regalo de reyes su cumpleaños era el siete de enero, y que aunque tuvo otros tres hijos con mi madre, que son mis tres hermanos menores y que también amo, nunca tuvo distinciones.
“Mis hijas” se pavoneaba, “tengo cuatro y mi hijo” presumía a la gente, apenas si estudió la primaria pero era un genio, dulce, era muy bueno para el fut y jugó en la liga del municipio, nos enseñó a jugar y nos apoyo cuando Nidia y yo nos metimos a la misma, lo recuerdo cuando nos llevaba, con sus huaraches de baño a entrenar  básquet bol, era genial, odiábamos los ejercicios que nos ponía, pero funcionaba.

El era más que  un rey mago, seguro que Merlin lo envidiaría, pues tenía la magia de hacernos sentir ricas, o mejor dicho, sabía como hacerle para no sentirnos muy pobres, salvo el 6 de enero por supuesto. Tenía la magia de darnos momentos felices.
Ayer fue tu cumpleaños naciste un siete de enero de 1953 y nos dejaste un 25 de marzo, 25 como cuando Eddi me dejó, pero sé que lo estás cuidando tú, como siempre lo hiciste.

El día que durmió, ya no hablaba, Nidia estaba cuidándolo, ya no despertó, fue una muerte cordial para alguien que siempre vio con buenos ojos la vida a pesar de las barreras, odiaba la política y siempre me regañaba por meterme en esos rollos, era amigo de todo Huauchinango, la gente en verdad lo adoraba, recuerdo que cuando le avisábamos a sus más allegados que eran muchos, no lo podían creer, una comadre de él que no lo había visto en años se puso a llorar y me abrazó. La desafortunada mujer cuando me vio en la puerta después de cómo quince años de no visitarla, me observó anonadada, no pudo más que emitir una palabras, sabía de que se trataba, “no me digas, no me digas, por favor, no lo hagas”.

Hoy entiendo que la vida nos había marcado para estar las tres juntas, que los mejores momentos de mi vida son cuando las tres nos miramos al pasado bailando por los rincones de la casa “Dancing Queen”.  -“yo can dance”-, yo agregaría you can dream, y que nuestro rey mago nos miraba satisfecho mientras sostenía en sus brazos a la pequeña Nidia, su tercero primogénita.  

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