Sunday, January 08, 2006

Ese era su secreto


Ese era su secreto

En realidad no te quiero aquí, tú que a todo le pones nombre, que deseas que lo inexplicable se explique, que piensas que la semántica se inventó para que tú puedas descifrar el significado de los mundos intangibles. No pido comprensión o tal vez sí, hoy, cómo tú, también quiero una respuesta.

¿Cómo?, me pregunto si algo de lo que yo estoy segura es que faltan muchos nombres por inventar, muchas frases que construir, muchos mundos que no podrán ser nunca explicados, porque esas son cosas que sólo Dios puede explicar, esta no es una clase de anatomía, donde le das una explicación muy objetiva al funcionamiento del cuerpo humano.  Las emociones no son así, hoy  recordé  nuevamente una de las enseñanzas familiares- ¿familiares?- “No le tengas lástima a nadie”, nunca mires con lástima a alguien, porque eso lastima más, la lástima es una forma de lastimar, de lacerar más a cualquier ánima,  hoy lo recordé porque en sus ojos había lástima, era como decir pobrecito perro, pasó la noche en la calle, en medio del frío y nadie le dio cobijo, fíjate como se ve todo flacucho, triste y pulgoso.



Ella siempre odió la lástima, desde que era niña. Estaba dispuesta a enfrentarla a ser dura, a levantarse si caía, a pesar de la infancia caída,  a pesar de llevar una vida de campo, de dolor y de pena, de no recibir ningún juguete el día de reyes, de comprender que ni siquiera existían, que por eso nunca llegaban para rescatarla cuando estaba cansada al lado de sus hermanas, después de lijar un carro, o cargar los pesados blocks para la construcción de la ilusionada casa que nunca se terminó.

Como muchas veces recordó que no debía mostrar sus debilidades y menos a la familia materna que estaba llena de misoginia, aunque siempre admiró a su madre porque con todas sus desventuras y con todos sus defectos estaba llena de valor, y era capaz de defenderlas a toda costa. La familia creída que siempre los menospreció, -si alguien piensa que los pariente pobres es una telenovela, se equivoca- se pregunta por qué es tan dura esta derrota por qué hoy no se pude levantar. Han pasado cosas peores ella y sus hermanas, principalmente la mayor, la que fuera compañera de sus desventuras.

Una vez recuerda efímeramente, probablemente tenía cinco años, que uno de los tíos ricos, Navo, llegó con un montón de enciclopedias, todas ellas muy bonitas con sus forros de colores, había tres muy especiales, una de historia universal otra de geografía y una más de los deportes –todas ellas ilustradas- fueron de visita a la casa de la abuelita ella, su madre y su compañera de desventuras, habían atravesado todo el barranco para llegar a la casa de la abuela, ellas vivían en el barranco en una casa de madera con piso de tierra, con cientos de orificios por los que se colaban los ratones de campo, esos que ella tanto temía y que ahuyentaba con bolitas de papel que arrojaba desde la cama al lado de su hermana mayor, que  era como su ángel protector, aunque siempre mandaba  por ser más fuerte. En fin ese no es el punto.

Llegaron a la casa de la abuela y el tío regalando a los sobrinos hombres las enciclopedias, a ellas ni siquiera les permitió tocarlas tenían las uñas llenas de tierra, ella tenía los tenis viejos maltratados y sin agujetas, su vestido sucio y su cara tal vez  polvorienta, no lo recuerda muy bien, su madre es la que guarda el recuerdo, no con amargura, sino como un reto.
La madre preguntó a su hermano, -¿oye por qué no le regalas una enciclopedia a mis hijas?, déjales una. Navo con su cinismo característico le contestó -¿Para qué? Si ellas van a ser tortilleras.
El corazón de esa madre tal vez se rompió pero ni siquiera musitó, sólo tomó a sus hijas y se largó, desde ese momento su madre compró con cientos de aboneros tantos libros como pudo, se empeñó en que fueran a la escuela con rigor, decidió cambiar su destino trazado, que cada helada mañana fueran a la escuela con el delgado sueter y la batita del uniforme, con el único par de zapatos que tenían, ellas tenían que ser diferentes. Esa madre con todos sus defectos estaba dispuesta a cambiar la historia de las cenicientas mexicanas en bellas damiselas de cuentos de hadas, aunque les arrancara la infancia, y logró. Todas ellas superaron expectativas de cualquier miembro de la familia y se han ganado la envidia y el respeto, aunque el tío no vivió para constatarlo, dos años después del incidente murió en un accidente de auto.

Una vez la madre le comento a la hija, después de un éxito profesional, “Tú tío Navo estaría muy orgullo de ti, ya ves que era muy culto y le gustaban los libros”. Ella no supo que responder, siempre llevaba ese recuerdo tan duro y humillante en su memoria, para no olvidar de donde viene y qué tanto le han costado las cosas, entonces, por qué las derrotas la noquean tanto.
Lo curioso es que esas tres enciclopedias la de historia, la de geografía y la de deportes definieron su vida futura, quien iba pensar que todas esas tardes que viajaba con la mente con esos mágicos libros recorría el mundo y los tiempos, -con el permiso de su abuela para hojear los libros- la iban a convertir en lo que fue. A pesar de tantos libros ella siempre sacaba las mismas enciclopedias, adoraba llegar a Australia y China, ver en esos pesados y hermosos libros verdes de empastado de piel, los autobuses rojos de Londres que el destino le permitió conocer.
Ella había inventado la máquina del tiempo y del espacio se sentía orgullosa, nadie más podía viajar a otros planetas y a otros países, sentada en el sillón café, tocaba libro por libro, los olía, los revisaba meticulosamente, grababa en su memoria cada imagen, cada lugar, cada fecha, cada página, y así nomás viajaba.

Soñaba con un día subirse a un avión o a un helicóptero, como los que llegaban a menudo al campo de fút bol. Y que ella complacida con algunos de sus primos corría desesperada para verlos. Soñaba con algún formar parte de alguna facultad de filosofía y letras como la Nacha la del libro de la noche de Tlatelolco de la Poniatowska, soñaba y soñaba y soñaba y cada sueño era tan real, que podía platicar con Lenin,  con Kennedy con Gandhi y Zapata, se pasaba horas reclamándole a Zapata por qué había ido a esa hacienda, por qué se dejo matar.  
…….
Unos días atrás subió al segundo piso de su hermana, esa que siempre ha sido su escudo protector y su silenciosa confidente, y en muchas ocasiones su secreta admirada.
El año estaba por concluir, la hermana quería mostrarle los avances de su segundo piso, de repente en medio de tanto block y cemento, con la construcción en obra negra, como un feed back los recuerdos llegaron a su memoria. Solas sin cómplice alguno salvo su hermano menor, el último el que casi no vivió las carencias, ni las penumbras porque sus hermanas mayores estaban dispuestas a ocultárselas  a él y a las otras dos hermanas  menores, se pusieron a recordar, -¿te acuerdas cómo teníamos que cargar nuestra cubetita de arena en lugar de salir a jugar?
-Sí, mensa como no, y te acuerdas de la casa de madera con los ratones que se nos metían cuando vivíamos en el bordo…
-Sí y tú te acuerdas…

De repente recordaron tantas cosas y las carcajadas a todo pulmón llegaron, su hermano sólo las veía complacido, sabedor que las heridas estaban sanadas, las carcajadas en realidad eran tantas lágrimas ocultas por tanto años que ya ni siquiera podían salir en esa noche tan oscura y cálida a la vez, sólo ellas sabían por qué, nadie podrá entender nunca ni el valor, ni el significado de esas lágrimas encubiertas de carcajadas, sólo ellas lo sabían, y ese era su secreto.

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